La vieja oficina en un escritorio
Joaquín ¿cuanto tiempo llevas acá? – sonó una voz como entre sueños – Ya van casi 15 años creo. La oficina de Joaquín Salazar no había cambiado desde que llego un día a la puerta principal de El Arte y había solicitado empleo; a Marcelo siempre le pareció que su trabajo era fabuloso pero a Joaquín le empezó a pesar tanta monotonía aparente.
El mismo escritorio de siempre, todo había cambiado menos su espacio, las puertas ahora eran de cristal, el color de las paredes de un blanco marfil cambiaron a un crema ostra, el baño había sido embaldosado de aguamarina, el agua ya no estaba donde antes, y la pequeña cocina era de mármol ya, su asistente no se encontraba donde estaba en el viejo rincón de una esquina a la derecha, todo el lugar había cambiado, menos su lugar, Joaquín siempre se mantuvo igual a pesar de todo estuvo igual.
El reloj de arena no podría estar colocado en frente, seria incomodo poder anotar con el reloj de arena en frente, ¿si lo guardo? No tendría sentido, tenia ya más de 10 años con ese reloj sobre si escritorio, guardarlo seria proponer un cambio que en su mundo no existe, el reloj de arena ira a la izquierda junto a la foto de Carla.