¿Por qué trabajar?

El heladero que no vende, la gente en una parada de autobús mal improvisada ocupando una esquina, el niño pobre que no come, dos malabarista en suciedad jugando con fuego en el semáforo, los dos caballeros que discuten por un choque automovilístico, el sudor del que te vende un tostón en la cola de San Blas, el enfermo de cáncer terminal, el ladrón y el delincuente, el cruce que nadie entiende, el obrero que no trabaja y el bache que sigue en la vía, el informe y la presentación, el trabajo en estrés o la canción que no existe, el vivir para trabajar o trabajar para vivir; errado concepto, disparatado totalmente, sin fundamento ni razones sublimes.

Una nube, el amanecer y atardecer, el violeta gris de cielo, la música de Queen que se escapa de las cornetas, la sonrisa que desborda del alma, el sabor de tus besos, el humor negro y el sarcasmo, la vitamina de tu mirada, y la euforia de la playa, el despertar y el dormir, el correr, el fotografiar, la copa de vino, el vaso de vodka, el ingles, el portugués, el juguito, la venganza será terrible, helado de mantecado efe con chips ahoy, el ron, el araku, el patio trigal, el chevette, tu pantalón, un pan dulce y el arequipe, Jamiroquai, una flauta de pan, el tarjetero y Roger, un beso en el cuello, cantar en la cola, el calor y el frío, small, el cobre y los picos, la instantánea y pizzas, tu respiración y los sueños, las ostras, la patilla, las letras, la emoción y la alegría, el vivir y compartir.

No vivo para trabajar, no trabajo para vivir, vivo para estar con Maru.